Acerca del artista

A nadie le sorprendió que Pedro Pablo Oliva (1949, Pinar del Río) fue anunciado el ganador del Premio Nacional de Artes Visuales en 2006. Según lo declarado por David Mateo, esto era, “un premio del consenso público”. Y es, porque el trabajo de Oliva es, indudablemente, entre los mayores ejemplos de artes visuales de la Isla. La distinción de gran alcance no fue el reconocimiento inicial ya asegurado hace muchos años por dicho “consenso público”, sino simplemente una confirmación del sustancial aporte de este creador con su obra y de su lugar preeminente en la historia del arte cubano..

La obra de Pedro Pablo Oliva ha estado marcada por el espíritu de la llamada “generación de la verdadera esperanza” que inundó el panorama artístico cubano durante la convulsa década de los setenta.. Esos artistas fueron moldeados, artística e ideológicamente, a finales de los años 1960 en las aulas y talleres de la Escuela Nacional de Artes de Cubanacán, primera de su tipo fundada por la aún joven Revolución Cubana. Esa formación académica, los miembros del personal, y una improbable mezcla de nostalgia y proyección utópica (además de lo cual cierto sentido de urgencia exhortaba a retomar y concretar la búsqueda de una expresión idiosincrásica nacional) terminó atrayendo a muchos de estos artistas, en su forma y espíritu, al proyecto de la primera modernidad cubana. Fueron años de lirismo explosivo e idealismo utópico disfrazado de realismo, concretado en obras que ensalzaban la vida rural, los rostros anónimos de la gente, y la epopeya del individuo cotidiano validada simbólicamente por el poder revolucionario. Este imaginario y su tradición fueron entonces ostentados por la generación con la fusión de una indagación crítica de la vida cotidiana., un espíritu de vanguardia y la noción de un arte dispuesto a actuar como agente de cambio espiritual y social.