La religión siempre ha tenido un impacto significativo en el comportamiento de la sociedad., se puede decir que en muchos casos ha sido utilizado como mecanismo de poder bajo la justificación de la promesa de vida eterna después de la muerte física.. La idea de un Dios representado siempre como un hombre ha contribuido a reforzar la superioridad masculina y a legitimar estructuras patriarcales en las que se privilegia a los hombres en detrimento de las mujeres.. Esta representación divina se ha utilizado para justificar la subordinación de la mujer., limitar sus derechos y restringir su participación en roles de liderazgo y toma de decisiones. Si consideramos la posibilidad de que Dios siempre hubiera sido representado como una mujer y no como un hombre, podríamos imaginar un escenario en el que la mujer fuera valorada desde el principio como protagonista de la sociedad. Una deidad femenina podría haber desafiado las normas patriarcales y cuestionado las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad de género..