El proyecto se originó en una caminata descalza que llevé a través de las calles de espalda de Minas, una inmersión sensorial en la realidad de una ciudad que, Como tantos otros en Cuba y en todo el mundo, lucha por redefinir su identidad después de perder su propósito original. Matahambre, con sus calles silenciosas y su gente, me apareció como un microcosmos de nuestra realidad nacional: un lugar donde la fe y el propósito parecen haberse desvanecido.
A través de esta peregrinación, Sellé un compromiso metafórico con Matahambre y sus habitantes. A través de mi arte, Me propuse excavar las capas de memoria integradas en este lugar, buscando revelar cómo el arte contemporáneo puede servir como vehículo para la salvación y la comunicación para las comunidades en transición.