Cuando el otoño no tiene fin

ALEX FLEITES - Poeta, Curador y crítico de arte -

Una vez escribí, “En Cuba no hay otoño, pero un rumor lento que se pega a las cosas, y un viento cortante que dobla las flores ". Y esas viejas palabras que seguramente recibieron la erosión del viento salado de la Isla vuelven a mi mente cuando repaso las obras que componen Tropical Light, la colección de cuadros con los que Gilberto Frómeta quiere aparecer (exponerse?) ante el público suizo.

Sobre este artista cubano, hay varias cosas que deben arreglarse desde el principio si uno pretende penetrar en el bosque reluciente de su creación: el es un maestro en su oficio (tanto en diseño como en informalismo), la experimentación es una de sus herramientas cotidianas, y afronta el misterio del arte - ese momento fundacional donde todo es conocido y al mismo tiempo olvidado - ante la maravilla de la creación – con una alegría, una falta de prejuicios y una apasionada falta de responsabilidad que son difíciles de encontrar en hombres de su edad.

Ya que es un comunicador por excelencia, Frómeta no se guarda sus obras para sí mismo ni para la codiciosa oscuridad del mercado. De vez en cuando sale en busca del público, tanto en Cuba como en el exterior, y sorpresas por lo arriesgado de su propuesta. Nos convence de que, más allá del llamado abismo del espacio en blanco, pintar es una alegría, un rito permanente de iniciación, un shock y una sorpresa. Y si no, no vale la pena.

Si bien ya gozaba de fama como pintor figurativo ganado con sus expresivos caballos de profunda apariencia humana1, Frómeta reaccionó con "gestos desproporcionados", abstracciones rabiosas que incluían elementos gráficos, textos, combinación de pigmentos, texturas agregadas al lienzo, incluidas fibras vegetales y todo lo que encontró en el camino. Fue el difícil comienzo de la década de 1990; cuando países socialistas anteriormente estables se derrumbaban y la pequeña isla del Caribe tocó fondo en una de las peores crisis económicas y sociales de su historia. Podría haber comenzado a gritar. Pudo haber salido a la calle con un cartel con sus frustraciones y dudas.. Pudo haber salido del país y viajar a aquellas regiones donde ya era bien conocido., pero en cambio se puso a pintar. Y a veces, que contradicción! - las obras resultaron francamente optimistas. Era como si estuviera diciendo que solo podía crear desde la generosidad y la felicidad..

Aunque ya había comenzado a experimentar con el informalismo desde 19852 en un díptico que deconstruyó la emblemática figura del caballo en fragmentos del atardecer, fue la muestra genéricamente titulada Muestras en la Galería Pomaire de Quito, Ecuador que el pintor asumió como su iniciación en ese campo de las artes considerado por algunos como estilo, por otros como subgénero, y aun por otros (yo incluido) como forma de arte. Si le preguntáramos a Frómeta por qué llegó a ese punto de su obra en una fecha relativamente tardía, no podría dar una sola respuesta. Dice que durante su período de aprendizaje3 encontró ajeno el abstraccionismo. Cabe recordar en las primeras décadas de la Revolución en Cuba, fue considerado un ejercicio decadente, privados de las contingencias de una sociedad dedicada a la construcción febril de un futuro luminoso4. Aunque los artistas no representativos no fueron perseguidos como en la ex URSS, no recibieron ningún beneficio promocional.

Lo cierto es que su encuentro con la obra del italiano Pierpaolo Calzolari lo guió a un momento de plena conciencia del evento pictórico, no solo en sí mismo sino también por sí mismo. El "tema" o "mensaje" ya no sería necesario (durante un largo período de tiempo). El gesto artístico se volvió autorreferencial, autónomo – cambiando de la denotación a la connotación.

Y, naturalmente, la corriente de ensamblajes asumida posteriormente lleva la impronta de Antoni Tàpies, pero también de Xiaobai Su, que no tiene absolutamente ninguna vergüenza en admitir, ya que piensa que las influencias nutren más que limitan; todo radica en “ser capaz de cocinarlos con tu propio fuego”.5

Fue entonces cuando el uso del aerógrafo, colores directos (un toque de Henri Matisse, "Mentor" de sus primeros años de estudiante), el separado, Composiciones "cósmicas" bien descritas por Alejandro G. Apareció Alonso. Profundizó de lleno en el abstraccionismo lírico, pero con una tendencia donde la mancha no se lanza con desdén a la superficie, pero "colocado", equilibrado, pesado con ese buen diseño que no puede resistir fácilmente.

Tomemos el caso de una obra como Lluvia. Los elementos, como rayas o jirones que caen desde arriba, están perfectamente contenidos por las líneas y flotan sobre un fondo plomizo que muestra claramente rastros de agua condensada. En Amor inesperado, a su vez, vuelve a explotar los tintos que tanto le gustaron durante su estancia en China; presenta un elemento azul (un cuerpo espacial irreconocible?) que va a impactar en ese tipo de magma o caldo ígneo no al azar, pero precisamente donde se abre un campo acogedor, como en rompecabezas donde las piezas solo encajan donde pertenecen.

Pandora va de la geometría a la informalidad; pero tenga en cuenta que el elemento de línea paralela no ha permanecido intacto, está chamuscado, roto en las fronteras. Si en un análisis reduccionista de la pintura quisiéramos considerar esa zona como la “racional”, tendríamos que concluir que es una racionalidad caótica, en crisis, o por decir lo menos, en un proceso de destrucción.

Ya se sabe que el espectador no puede evitar conectar borrones con elementos de la realidad más concreta. Aquí "verá" raíces, hay un insecto trepando un fragmento vegetal, en otra pieza una media luna, pero nada de eso es real. Tampoco hay nada más que a uno le gustaría ver, porque ese es el caso de la abstracción: como el jazz, silba una melodía familiar y cada una armoniza, construye o deconstruye la melodía de acuerdo con su historia personal y temperamento.

A continuación aparecen los títulos que Frómeta da a sus obras. Inicialmente la pieza es solo un evento visual., no uno conceptual, y usa el título para bromear con el público; o quizás sea una soga que lanza al público para que se agarre y no sea arrastrado del todo por las explosiones, los abismos de color que estallan y abren ante sus ojos sorprendidos: Vuelo místico, Renacimiento , De cuello blanco, Grito amarillo, Emoción ardiente

 

En 2006 Frómeta entró en contacto con Asia, cuando expuso por primera vez en Kuala Lumpur, Malasia. Simbólicamente, esa colección se titula Siguiendo mi propio rastro, y hoy puede considerarse la respuesta a una cierta corriente crítica que pretendía ignorar el pasado y negar la vigencia de toda una generación de artistas en activo que fueron acusados, entre otros insultos, de "pintura para vender", como si ganarse la vida con el trabajo de uno no fuera un sueño largamente acariciado desde el Renacimiento.

Llegó a China por primera vez en 2007. La BB Gallery le dio la bienvenida con su colección de obra abstracta.6 Allí también se le pidió que preparara una exposición de… caballos! - un tema que, a pesar de haberle traído una gran satisfacción, consideró terminado en ese momento. Sin embargo, se propuso el desafío.7 Nuevamente logró el éxito con el público y la crítica.. Estaba en un momento de plenitud artística. Pudo experimentar con materiales inalcanzables en Cuba, y encontró la manera de crearse una vida agradable; una vida laboral muy productiva y gratificante que le permitió experimentar un ambiente que no había conocido hasta ese momento. Interactuó con nuevos colegas, compartió con ellos conocimientos y técnicas, y logró una relación verdaderamente profesional con el complejo circuito de galerías allí.

En total, Frómeta ha expuesto cuatro veces con notable éxito en el gigante asiático, y un dato muy significativo es que nuestro artista vivió casi cinco años como un igual en un país que se había convertido en un centro de arte contemporáneo., preferido en ferias y bienales y muy considerado por coleccionistas y marchantes de arte. Se dirigió al centro mismo del volcán y regresó renovado de él, intacta su fe en el arte como medio de enriquecimiento humano, dotado de una falta de prejuicio que lo hace capaz de seguir cualquier camino., técnica o estilo exigido por su sensibilidad.

Por eso la exposición Desde mi jardín (De mi jardín)8, compuesto enteramente por manipulaciones fotográficas de suaves tonos surrealistas, fue entendido por los críticos no como una desviación o desviación de un camino preparado desde hace mucho tiempo, pero como un episodio más de su temperamento inquieto, otra válvula de escape para una tensión creativa que necesariamente se va a expresar en oposición a los "ismos", jerarquías falsamente establecidas, y conceptos preconcebidos que restringen el acto creativo a una serie de explicaciones vacías. Porque, si efectivamente la función cognitiva del arte está en el primer plano de la obra de Frómeta (es su instrumento para explorar y explicar el mundo), no es menos cierto que el aspecto lúdico juega un papel destacado en su obra, ya que, en el final, él piensa, la vida no es más que un gran juego de riesgo que todos juegan con mayor o menor compostura.

He seguido el trabajo de Frómeta desde 2006, cuando colaboré en la creación de Abstracción sincrética (Abstracción sincrética).9 Ya lo había admirado desde hace algún tiempo, pero no había tenido la oportunidad de penetrar en su taller de estilo renacentista, para verlo trabajar, tener largas conversaciones con él sobre todo lo humano y divino. Y puedo dar fe de que su escudo contra las desilusiones, trucos y malas actitudes es impenetrable. Trabaja en todas las circunstancias, si su trabajo suscita comentarios entusiastas o si los críticos o el mercado lo ignoran; crea con la devoción de los pintores de iconos bizantinos y encuentra gratificación, el mayor premio, en el trabajo mismo.

Finalmente, Debo decir una vez más que admiro y me perturba nuevamente el segmento de la obra de Frómeta que se exhibe hoy en Zurich.. Una vez mas reconozco su buen hacer, su pulso nervioso y su audaz devoción. He examinado sus obras una y otra vez, a diferentes horas del día y con varios estados de ánimo. Y no siempre me producen el mismo efecto. Los que prefiero, los que me gustaría tener en mi pequeño espacio en la Habana, están cambiando. Y es que no consigo "apropiarme" por completo de ellos, siempre hay un elemento que me perdí o el gesto de un artista que ahora me produce una nueva emoción., como si en lugar de observar yo fuera el observado. Son seres vivos, Me digo a mi mismo; les mueve ese "lento rumor" de que, a falta de un mejor nombre, llamamos otoño en cuba. Un otoño que, ya que no existe, ya que no se refleja en los atardeceres rojos de la Isla, tampoco tendrá fin.

la Habana, julio 2015

1 Que parte de su obra está representada en la Colección de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana..
2Piezas Ocaso 1 y Ocaso 2. Mixta sobre lienzo, 180 x180 cm. Ubicado en el Hospital Topes de Collantes, espíritu Santo, Cuba.
3 Pertenece a la primera generación de la Escuela Nacional de Arte, 1962-1967.
4Términos de esos días.
5Este texto se basa en numerosas conversaciones con el artista..
6 "Luz y color".
7Contra viento y marea (Contra viento y marea). Galería BB, Beijing, China., manuscrito, www.pinturagfrometa.com/gilberto_frometa/?en_remarks,18
82011, Galería Orígenes, la Habana.
9Collage Habana Gallery.

Alex Fleites (Caracas, Venezuela, 1954). Licenciado en Filología por la Universidad de La Habana.. Poeta, narrador, editor, periodista, comisario y crítico de arte. Ha sido redactor jefe de la página cultural del diario Juventud Rebelde, de las revistas ArteCubano, Unión y Cine Cubano. Actualmente es director de arte de Amnios, una revista de poesía cubana. Entre sus curadurías más destacadas se encuentran Calma locura del color paciente. Homenaje de veinte gráficos cubanos a José Luis Cuevas, Universidad de Xalapa, Veracruz, México, y Bola viva. Pintura cubana de hoy, una exposición que reunió a una treintena de maestros de la pintura cubana y fue visitada por ochenta mil personas en su recorrido durante dos años por las ciudades colombianas de Barranquilla, Santa Marta, Cartagena, Montería and Bogotá.

 

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